Hola, ¿qué
tal? Cuánto tiempo sin escribirte, ¿no? Quizá es una señal. Yo estoy bien, ya
me ves, aquí tirada entre el desastre que me dejó tu voz. Siento escribirte.
Siento volver a molestarte. Pero es que hoy necesitaba hacerlo. Necesitaba
recordar como eras, como empezó todo, como terminó,… Aún sigo buscando una
respuesta que me convenza del todo a la misma pregunta que me hacía hace un
año: ¿por qué?
¿Por qué te fuiste dejándome de lado? ¿Por qué
no me avisaste de que eso no era verdad? ¿Por qué no me advertiste de que
jugarías conmigo, de que me harías daño? ¿Por qué? ¿Por qué?
Me desordenaste, me volviste a ordenar, me
desordenaste, me rompiste, me arreglaste, me volviste a romper. Y acabé sin ti.
Jodida.
¿A cuántas chicas les habrá pasado esto mismo
que me ha pasado a mí contigo? Seguro que a miles más.
Me he cansado de acordarme cada 17 de que me
dijiste que me amabas. De que pasaba el tiempo y todo era más bonito hasta que
desapareciste. De que todo fue por mi culpa. Te creí. Te creí y acabé así. Todo
mi culpa. Como siempre. Me he cansado de tener que llorar sin tu hombro. Y por
ti.
Supongo que he acabado tan cansada que he
decidido mantenerte aquí. En alguna parte de mi cuerpo. Sé que sigues conmigo. Pero
te prohíbo salir de donde estés. No me gustaría volver a pasar todo lo que pasé
ya una vez por ti. ¿Te haces a la idea de lo mucho que sufrí y sufro por tu
culpa? Claro que no. Aunque creas que olvidándome de que existes, (o
intentándolo) voy a olvidar todo lo que pasó por mi corazón cuando te vi, no es
así.
Has tenido la culpa de muchos destrozos que me
he hecho a mí misma. Tu frasecita de “encontraré a miles mejores que tú” sigue
dando caña por mis pensamientos. Aunque tú ya no estés. Aunque hayas
desparecido haciendo ese “¡Puf!”. ¿Cómo pude ser tan gilipollas? ¿Por qué te
creí? Vuelven las preguntas…
También has tenido la culpa de que ya no crea
en las promesas que me hacen. Miles de veces, amigos que tengo aquí y allá, me
han dicho “te ayudaré”, y siempre acabo perdiéndoles por mi culpa… más bien por
culpa de mi inseguridad. Vuelve el miedo… vuelve el miedo a recordarme que si
sigo enamorándome tanto, él me va a hacer daño.
Necesito contarte algo. Siento como que te
estoy engañando. Así que necesito decírtelo. Estoy saliendo con un chico. Sí,
yo. Aún me acuerdo de que me dijiste que no lo conseguiría… Estoy cien por cien
segura de que él me ama tanto o más de lo que me dice. Estoy convencida de que
esto durará. Pero, ¿quién sabe? También lo estaba con lo nuestro. También estuve
convencida de que lo nuestro volvería a revivir, tres meses después de que
desaparecieras… ¿Y si me hace daño? ¿Y si este chico me hace daño? Como tú. Tú
también me dijiste que no eras como los demás. Y mira. Él me ha prometido
París, me ha prometido una boda, me ha prometido un futuro… ¿qué hago? Le creo,
no le creo, le creo, no le creo… hojas de margaritas que caen mientras paseo cerca
del río. Otra vez aquí. He llegado al mismo sitio de siempre. El sitio donde
vuelan las promesas rotas, promesas que se esfuman como se esfuman estos
pétalos que se resbalan entre mis dedos, como lágrimas. Miles de lágrimas que
han rozado una y otra vez mis mejillas. Aún me acuerdo de ti. Qué gracia, ¿no?
Han pasado tantas cosas desde que te fuiste… No tengo tiempo para contarte todo,
o quizá sí. Pero la verdad es que no me apetece. No me apetece volver a
recordar todo una vez más… ya no. Mira, me da igual con quién, ¿vale? Me da
igual si es con Omar, con mis gatos, con mi familia, o con quién sea, pero me
merezco ser feliz. Me merezco olvidar el daño que me has hecho. Todas las
heridas que dejaste en mi interior, por aquí… por aquí dentro… ¿sabes? En
realidad creo que me has enseñado a no ilusionarme… a hacer promesas que valgan
la pena, que sepa que puedo cumplir. A no olvidar… quizá también.
Quizá lo he conseguido, lo de olvidarte, digo.
O quizá no. Esto no es una despedida… no creo. Porque volveré a necesitarte,
volveré a sentirme sola, y volveré a sentir la necesidad de escribirte.
No te echo de menos… pero sí que me haces falta.
Siempre. Me has dejado un vacío que puede que esa personita sepa llenar del
todo. Que puede que sí que esté consiguiendo que me vuelva a enamorar, más que
de ti. Sí, lo estoy. Lo estoy al 100%. Me ha enamorado. Y por eso vuelvo a
tener miedo una vez más. A que me falle, cómo no.
Toca la despedida. Es curioso. Siempre nos
estamos despidiendo. ¿Fue un adiós de verdad, no? Sí. Este también es un adiós
de verdad… ¿A quién quiero engañar? Volveré a caer. Volveré a recordar todo.
Como cada 17 de Febrero. Me destrozaste “San Valentín”. Gracias. Por haberme
hecho daño. Fuiste el primero. El que más dolió. Enhorabuena, campeón. Tú lo
has conseguido. Igual que yo he conseguido superar todo esto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario